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Notas Especiales
Elecciones Municipales y Regionales 2002

Por Esteban Yangüez Papagennadio

Se veía venir. Primero Bélgica, después Italia, y luego Austria, Francia y Holanda. La ultra-derecha gana poco a poco puestos en las sociedades europeas y el pasado 13 de Octubre fue el turno de Grecia. Las elecciones locales y regionales se convirtieron en el escenario idóneo para el auge de la extrema derecha en Grecia, cuando el candidato ultra-nacionalista Giorgios Karadzaferis logró quedar tercero, con el 13,6% de los votos, convirtiendo a su partido LAOS en la tercera fuerza política de la super-prefactura de Atenas-Ática, una super-región que engloba al 40% de los habitantes del país.

 

Aunque los resultados de la extrema derecha griega no son preocupantes en términos absolutos -no les permiten gobernar en ningún ayuntamiento ni prefactura del país-, sí es espectacular el avance de estas formaciones en respaldo social, más aún cuando se comparan los resultados cosechados el pasado Domingo con los de hace apenas dos años. Además, estas elecciones locales siempre han sido vistas como una suerte de ensayo general antes de las cruciales elecciones legislativas nacionales (que deberían celebrarse en algo más de un año), por lo que la irrupción de la ultra-derecha griega es aún más significativa.

Con su impresionante auge, Karadzaferis, máximo dirigente de LAOS (iniciales de Laikos Orthodoxos Synagermos o "Unión Ortodoxa Popular", siglas que forman también la palabra "Pueblo" en griego), ha sido el gran vencedor moral de estos comicios. Hasta ahora, LAOS era una pequeña fuerza política con un reducido soporte popular. Fue creada ahora hace apenas 2 años por el mismo Karadzaferis, después de que fuera expulsado del partido conservador Nea Dimokratia por insultar y criticar la labor de algunos de los altos cargos de su partido. Antes de provocar este auténtico terremoto político, Karadzaferis ya era conocido por sus apasionados arrebatos de patriotismo, racismo, ultra-conservadorismo y anti-semitismo.

El pasado Mayo, sin ir más lejos, cuando los mainstream media helénicos proclamaban que los griegos se felicitaban de que Le Pen hubiera sido derrotado por Chirac en las elecciones legislativas francesas, Karadzaferis se expresó así: "Es realmente preocupante que los griegos se alegren de la elección de Chirac, que es sabido que es un ladrón, un mentiroso y un corrupto hasta la médula, y que además es radicalmente anti-griego, a la vez que se alegran de que Le Pen, que está casado con una mujer griega y que es pro-griego, pierda". Karadzaferis volvía a dejar clara su ideología.

Hace años que el inteligente Karadzaferis aprovecha sus oportunidades para aparecer en los medios. En 1995, unos reclusos -mayoritariamente albaneses y rumanos- de la cárcel de Korydallos capturaron y retuvieron a seis oficiales de la prisión. Con unos 1.100 reclusos fuera de control y controlando 3 de las 4 alas de la cárcel, la situación del centro penitenciario se hizo dramática, por lo que cientos de policías anti-disturbios rodearon la cárcel. Y, entre ese dispositivo, frente a toda Grecia que seguía los acontecimientos por televisión, se presentó el habilísimo Giorgios Karadzaferis para negociar con ellos. La escenografía le ganó audiencia y renombre durante varios días.

El slogan de campaña de LAOS fue "Grecia limpia/pura"

La habilidad de Karadzaferis de introducirse en el ojo del huracán no tiene fronteras, y su mayor gozo es cuando crea de la nada polémicas a las que los judíos de Grecia acostumbran a verse arrastrados. De hecho, Karadzaferis fustiga a los judíos del país tanto como puede. Hace algunos años, en su canal de televisión Tele-Asty, Karadzaferis mostró al público una fotografía del político conservador de primera fila (y antiguo candidato a primer ministro) Miltiadis Evert rezando de rodillas en una sinagoga y con la yarmulka. Evert -que es de origen judío- es hijo del jefe de polícia que salvó la vida a miles de judíos durante la ocupación alemana de Grecia en la Segunda Guerra Mundial, es decir un auténtico icono de la Grecia del Siglo XX. Pues bien, la fotografía le sirvió al líder radical para denunciar la presencia de judíos en los altos estratos de la nomenklatura griega.

No mucho antes Karadzaferis había cargado también contra los judíos de Grecia al poner en evidencia el origen judío del por aquél entonces ministro suplente de Asuntos Exteriores, Christos Rozakis. Karadzaferis hizo saber que el auténtico apellido de Rozakis era Rozenstein, y puso en duda públicamente sus lealtades hacia Grecia, a la vez que afirmaba que Rozakis había sido oficial del ejército israelí en su juventud.

Por tanto, Karadzaferis no tiene reparos en atacar a los miembros judíos o de origen judío del gobierno griego. Al actual primer ministro de Exteriores, Giorgios Papandreou, le penalizó por haber asistido a la tumba de su abuela judía en un cementerio judío de Polonia. Y al primer ministro -también de origen judío- Kostas Simitis logró meterle el dedo en la llaga al inquirirle en el Parlamento por qué no reconocía públicamente que su hija se había casado en una sinagoga, y por qué no reconocía él mismo ser judío.

Durante el aftermath de los atentados del 11 de Septiembre, Karadzaferis propagó en Grecia la noticia de que eran los judíos los que estaban tras los ataques a las Torres Gemelas. Para justificar sus teorías intentó probar que los aproximadamente 4.000 judíos que trabajaban en las Torres no habían ido ese día a trabajar, probablemente alertados -según él, por supuesto- por el Mossad de lo que iba a suceder.

Con sus andanadas patrióticas y sus teorías de la conspiración, Karadzaferis se ha erigido a sí mismo como el portavoz de la Grecia más reaccionaria y conservadora, la Grecia que adora a Metaxas y al régimen de los Coroneles, la Grecia envuelta en su bandera, la Ortodoxia y el Ejército. Por tanto, a Karadzaferis se le conocía su ideología política radical (hace un par de años propuso que el partido neo-nazi griego Chrysi Avgi ingresara en las filas del partido conservador Nea Dimokratia, a cambio de lo cuál se les concediera un Ministerio a los nazis), pero no su habilidad para capitalizar ciertos aspectos de la vida socio-política griega, concretamente tres: nacionalismo, religión e inmigración.

En estas elecciones locales y regionales, Karadzaferis ha dado buena cuenta de ello. Para la mayoría de los analistas políticos, Karadzaferis ha sabido convertirse en la voz de la Grecia ortodoxa que no quiere europeizarse (o, mejor dicho, bruselizarse). La Grecia de los griegos cristianos ortodoxos, que detestan a los burócratas de Bruselas, a los inmigrantes y a los modernizadores. Esa parte de la sociedad que invoca los slogans tradicionales de "I Ellada Anikei Stous Ellines" ("Grecia pertenece a los griegos"), "Orthodoxia h Thanatos" ("Ortodoxia o Muerte") o "Protevousa tis Elladas h Kostandinoupoli" ("La capital de Grecia es Constantinopla"). La Grecia que llena las iglesias ortodoxas, unas iglesias que tienen casi siempre dos mástiles frente a ellas: una con la bandera de Grecia y otra con la bandera dorada con el águila negra de dos cabezas, símbolo de la Grecia imperial.

Pero la gran suerte de Karadzaferis fue poder atraer los votos de los electores más religiosos, los partidarios de que en los documentos de identidad de los griegos siga apareciendo la afiliación religiosa, algo que el gobierno del PASOK quiso quitar para homogeneizarlos con las directivas europeas que prohíben la mención de la religión del portador en el documento de identidad. Cuando el PASOK quiso aplicar esta directriz se armó tal revuelo en Grecia -país propenso a la histeria y al patriotismo radical, por otra parte- que casi un millón de personas en Thessaloniki y otro millón en Atenas salieron a protestar a las calles en dos gigantescas manifestaciones contra este cambio. El conocido independiente y foribundamente anti-clerical Ioannis Tzanetakos, asociado con ND, apoyó ostensiblemente la modificación, algo que la Iglesia vio como una auténtica traición, al provenir del partido conservador, tradicional aliado del clero. A Tzanetakos ya se le conocía como un anti-clerical, porque hace años ya le habían llovido las críticas por referirse al arzobispo primado de Grecia, Chrystodoulos, con su nombre civil (le llamó "Sr. Paraskevaidis"), algo que la Iglesia encontró ofensivo, insultante e irreverente. Karadzaferis, en cambio, se alió con la Iglesia, y apareció en los medios de comunicación griegos afirmando que esa modificación en la referencia religiosa de los documentos de identidad -una referencia que impusieron los alemanes durante la Ocupación, para identificar más fácilmente a los judíos- era una "traición a la identidad ortodoxa de nuestros compatriotas griegos", una postura que le ganó amigos en la Iglesia.

Pues bien, para estos comicios Nea Dimokratia tuvo la brillante idea de presentar a Tzanetakos para la super-prefactura de Ática, frente a la guapísima socialista Gennimata Foteini. Sólo por no votar al "enemigo de la Iglesia" Tzanetakos -y antes de votar a los eternos rivales socialistas- muchos ciudadanos de talante conservador optaron por la lista de Karadzaferis, defensor consagrado de la Ortodoxia y los valores tradicionales helénicos. Al final Foteini ganó la superprefactura con un 40,1% de los votos, seguida de Tzanetakos con un 26,7%, pero dando mucha cancha a Karadzaferis, que quedó tercero con el 13,6%, convirtiéndose así en la tercera fuerza política de la super-prefactura de Atenas-Pireo. El rotativo británico The Independent, en un artículo titulado "Grecia, alarmada por el respaldo a la extrema derecha", confirmaba esta hipótesis: "Los analistas culpan a Nea Dimokratia y a su posición anti-clerical del aumento del voto a la extrema derecha".

Si bien es cierto que Karadzaferis ha sabido aprovechar muy bien el descontento de la parte del país más tradicional y nacionalista con la postura supuestamente anti-clerical de tanto socialistas y conservadores, también es verdad que Karadzaferis se ha visto beneficiado de una estrategia electoral del PASOK llevada a cabo dos semanas antes de las elecciones, mediante la cuál el PASOK intentaba desgastar a Nea Dimokratia imputándole estrechas relaciones con la extrema derecha, y particularmente con Karadzaferis, quién de hecho había sido diputado por el partido conservador.

Todo ello colocó a Karadzaferis en el ojo del huracán, de modo que su nombre sonó más en esas dos semanas previas a las elecciones que en toda su carrera política anterior. Karadzaferis supo aprovechar esa exposición no para discutir sobre sus relaciones con ND, sino para difundir a la población su mensaje político, un mensaje ultra-nacionalista que por lo visto ha calado muy bien en la porción de la sociedad más conservadora y nacionalista del país, un segmento de la sociedad griega que está harta del modernismo del PASOK, del reformismo europeísta y de la "deshelenización" de Grecia.

Por supuesto, el tercer pilar del ascenso de LAOS es el consabido problema de la inmigración. Grecia es el país con el mayor número de inmigrantes indocumentados de Europa, y está claro que la avalancha de inmigrantes llegados a Grecia desde 1989 ha desbordado por completo al gobierno griego, que ha perdido completamente los papeles y la cuenta. Grecia es también el país que ostenta el récord mundial en aumento relativo de la población inmigrante en la década 1990-2000. En Atenas, más de una cuarta parte de la población es extranjera. Todo ello ha generado un sentimiento de inseguridad ciudadana enorme. Mientras en Atenas y la zona de Ática las empresas de seguridad privada y alarmas domésticas multiplican sus beneficios instalando sistemas privados de seguridad, en las fronteras del Norte los griegos se organizan en patrullas forestales para salir a la caza de los albaneses, rumanos o ucranianos que intentan traspasar la frontera. En el Este, centenares de turcos, iraquíes, afganos o paquistaníes mueren o bien en los campos de minas de la zona fronteriza de Evros, o en las aguas del Egeo intentando llegar a la costa griega. Karadzaferis, con sus claims de "Grecia pertenece a los griegos" o su slogan electoral, que decía "Grecia pura", ha dado respuesta a esta preocupación ciudadana.

Todos estos factores han convergido en apoyo a la solución tradicional y tradicionalista propuesta por Karadzaferis, que ha provocado un auténtico terremoto político en el país. El llamado kataskevasma Karadzaferis, como los mass-media griegos han definido al ascenso de LAOS, ha causado, por supuesto, conmoción y repulsa. Al dirigente ultra-nacionalista se le ha comparado con el infame serbio Karadzic. No sólo por el parecido de los apellidos, sino también por sus similitudes ideológicas. Si Karadzic habla de la Gran Serbia, Karadzaferis hace lo propio con la Gran Grecia. Ambos son también gente de letras (Karadzic es poeta y Karadzaferis escritor) y ambos son ultra-nacionalistas y odian todo lo que no es serbio o griego, por supuesto. Pero hay algo que hace a Karadzaferis aún más peligroso que a Karadzic: Karadzaferis no es sólo el líder de un partido político extremista, sino que posee también un periódico propio (Alpha Ena) y un canal de televisión también propio (Tele-Asty), desde los que divulgar su ideología ultra. Karadzaferis, además, conoce los trapos sucios de Nea Dimokratia al haber sido miembro del partido durante años. Eso no es todo, porque Karadzaferis, como Karadzic, no tiene miedo a enfrentarse o a aliarse con nadie: en la lista electoral de su partido habían varios miembros de la organización neo-nazi Chrysi Avgi. Chrysi Avgi -partido al que Karadzaferis ha defendido públicamente en más de una ocasión- no se presentaba a estas elecciones, sino que pedía el voto para Karadzaferis. Se ignora cuántos votos de Chrysi Avgi pueden haber sido redirigidos a LAOS.

Karadzaferis tiene, además, una muy buena relación con la Iglesia, algo que una gran parte de la sociedad griega valora. Su relación es más buena aún si cabe con el arzobispo primado de Grecia, Chrystodoulos, conocido por sus planteamientos igualmente nacionalistas y extremistas. Conocido como el "ayatollah de Grecia", Chrystodoulos, la semana después de las elecciones, se felicitó del avance de LAOS, y en un seminario eclesiástico afirmó que "los votantes de LAOS no son miembros de la extrema derecha, sino buenos cristianos". Chrystodoulos no revelaba nada nuevo. Durante la pre-campaña fue criticado por penetrar en el terreno de la política al desaconsejar votar a Tzanetakos, al que considera un auténtico flagelador de la Iglesia ortodoxa.

Los meetings de LAOS, repletos de banderas y simbolos imperiales griegos

 

Hace algunos meses, durante una concentración de las juventudes de LAOS, uno de los popes ortodoxos invitados acusó en su discurso público a Simitis de crear un gabinete formado de judíos: "Simitis va a la caza siempre de los judíos para reclutarles". Para salir al paso de las acusaciones de anti-semitismo que por ello se vertieron contra la Iglesia, Chrystodoulos apareció en una rueda de prensa para distanciarse del anti-semitismo eclesiástico. Aún así, no del todo apropiadamente porque en esa misma rueda de prensa renunció a defender a los judíos de Grecia afirmando que "los judíos son suficientemente poderosos como para defenderse a sí mismos". Ese capítulo volvió a demostrar que en el corazón de la Iglesia ortodoxa griega habita un profundo anti-semitismo, que viene a ser otro punto de convergencia con los planteamientos políticos de LAOS, lo que ha ayudado -y mucho- a la candidatura de Karadzaferis.

Sea como sea, lo más notorio de estas elecciones no ha sido que por primera vez se aplicaba en Grecia la cuota mínima femenina (según la cuál al menos el 30% de los candidatos a ayuntamientos o prefacturas deben ser mujeres), sino el avance de LAOS, que no sólo ha sido sin duda el vencedor moral de estos comicios, sino que también ha logrado situar de nuevo a la extrema derecha en el escenario político griego. De hecho, los más de 220.000 votos cosechados son el mayor soporte a una candidatura de ultra-derecha en 20 años, y un logro similar en las elecciones del 2004 darían a LAOS la mayor presencia parlamentaria para la extrema derecha desde la Junta de los Coroneles.

El éxito cosechado por LAOS ha vuelto a poner de manifiesto por enésima vez que las encuestas pre-electorales no son demasiado fiables, aún suponiendo que no hay ninguna mano negra que las altera con intenciones electorales. Las previsiones tres meses antes del 13 de Octubre dejaban a LAOS con sólo un 1% de la previsión intención de voto, pero en cambio el partido de Karadzaferis ha multiplicado por 13 esas estimaciones, se ha convertido en la tercera fuerza política de la región de Ática (más de un tercio de Grecia vive concentrada en esta región) y amenaza con convertirse en el tercer partido del país después de los dos partidos históricos del país, PASOK y ND.

Por supuesto, no es que la ultra-derecha haya desaparecido durante estos últimos 20 años de Grecia para volver a aparecer de nuevo. Sencillamente, ha seguido existiendo siempre, pero o bien ha formado parte de los mismos mecanismos del Estado, o bien ha estado presente en el ala más derechista del partido conservador Nea Dimokratia. Aún así, el racismo o la xenofobia no son propiedad exclusiva de la ultra-derecha. Casi cualquier partido en Grecia incluye políticos cuya retórica suena nacionalista o racista. No es un fenómeno político, sino social o cultural. Sin ir más lejos, el pasado Junio el diputado del partido comunista KKE Nikos Gatzis se ofreció a dar una entrevista al periódico Alpha Ena, el diario de Karadzaferis. Lo mismo había hecho también poco antes la diputada Stella Alfieri, del izquierdista SYN.

Karadzaferis se ha erigido en el portavoz de ese nacionalismo, ese racismo y de esa xenofobia latente en Grecia, un fenómeno social que sin embargo -y sorprendentemente- no se había visto reflejado en las urnas hasta ahora. Aún así, LAOS no ha sido el único partido de ultra-derecha que ha cosechado buenos resultados en estos resultados. También lo ha hecho el Elliniko Metopo, el equivalente griego al Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen. Aunque los resultados obtenidos por su candidato al ayuntamiento de Atenas Makis Voridis fueron bastante discretos (sólo un 0,9% de los votos), algunas de las candidaturas lograron mejores resultados. En la ciudad de Karditsa, Kostas Kardaras obtuvo el 4,5% de los votos. En Thessaloniki, Ioannis Kouriannidis obtuvo el 1,2% de los votos, el mismo resultado que Christos Charitos en El Pireo. En Ática oriental, el candidato del Frente Nacional griego Miltiadis Kremmydis consiguió el 2,2% de los votos. Todos ellos son resultados mucho mejores que el de las pasadas elecciones de referencia.

El ascenso relativo de Elliniko Metopo ha sido importante, pero desde luego se ha visto ofuscado completamente por el fenómeno Karadzaferis, que ya se ha lanzado a anunciar entusiasmado que se presentará a las elecciones nacionales de la Primavera del 2004. El establishment político griego teme que LAOS pueda convertirse en la bisagra que pueda decidir el partido vencedor de los próximos comicios nacionales, ya sea ND o PASOK, como ya ha pasado en otras partes de Europa. Por lo pronto, el dirigente ultra-nacionalista ya ha advertido de que tomará acciones legales contra cualquiera que le llame "nazi, fascista o ultra-derechista", probablemente para liberarse de unas connotaciones extremistas que le hacen menos atractivo a la hora de recaudar votos provinentes de la mayor parte de la sociedad helena.

Sólo queda por ver pues si Karadzaferis sabe aprovechar el momentum que los electores le han brindado para consolidar su avance y logra estabilizar a LAOS como un partido de alternativa conservadora o si, por el contrario, el establishment republicano griego, montado sobre la dicotomía PASOK-ND, consigue hundir a Karadzaferis para prorrogar el sistema bipartidista entre conservadores y socialistas que ha venido funcionando los últimos 25 años en el país.

Karadzaferis, un orador locuaz y de mucha presencia